Castrohinojo
Es el pueblo más pequeño del municipio, con unos 25 habitantes. Se accede a él por una carretera desde Quintanilla de Losada, toda ella en pendiente y atravesando un bosque de encinas.
Su emplazamiento es inmejorable: en la altura y orientado al sur, queda libre de las corrientes frías del río Cabrera y por lo tanto del rigor de las heladas invernales. Desde allí el panorama de la Sierra de la Cabrera es siempre grandioso y espectacular, pero mucho mas cuando esta nevada y su blancura destella al sol. En uno de sus extremos, el pueblo queda bajo unas rocas casi colgadas sobre las casas, pero nunca se han visto como una amenaza y sólo han dado origen a leyendas de "moros". En esa zona permanece en pie casi de milagro el viejo horno de una casa, ella sí derruida. Tal como esta y puede verse, parece un auténtico monumento al horno y deja ver con toda claridad su estructura, sus paredes redondas, revocadas con barro gris, el techo y la boca enmarcada por dos piedras verticales en forma levemente triangular. Y en el interior se ven los "llourigos", dos filas paralelas de piedras de pizarra que sobresalen en todo el círculo un poco elevadas del piso y que servían para colocar hogazas también en ellas.
Pero lo más sobresaliente de este pueblo consiste sin duda en la simpatía y buen humor de sus gentes, que acogen sin reservas la presencia del forastero y no tienen reparo alguno en echar una parrafada con el primero que se presente.